Que ya estamos con un pie en la Navidad, gente. En nada llegará al Corte Inglés y de ahí a nuestras casas en un suspiro. Empezaremos a pensar en la pereza de encontrarnos otra vez con el pesado de nuestro cuñado, a hincharnos a polvorones para evitar decir algún improperio entre uva y uva, y a lamentarnos después por haber aumentado un par de tallas. Pero no todo es negativo...
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